Cali, Valle del Cauca
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Paola Monroy tiene una sonrisa radiante que no le gusta esconder. Es Simpática, expresiva, con la alegría joven, pero lo más impactante es que tiene la madurez de una ingeniera industrial hecha y derecha.
Aún no ha terminado la carrera. Anda pensando en superar victoriosa unas barreras con nombres que podrían generar pesadillas en cualquier estudiante, como: sistema de costeo, termodinámica, producción y diseño de plantas, laboratorio de resistencia de materiales, entre otros nombres que tiene entre ceja y ceja.
Cuando la fuimos a entrevistar, en la plazoleta de la Universidad Tecnológica de Pereira, ella sintió la oportunidad, no de contar su historia, sino que mostró un fino interés en dejar huella a las mujeres que la podrían escuchar. Con tono paisa encendido dijo: “quisiera decirle a los y las estudiantes y a las mujeres talentosas, que no desperdicien el talento por miedos sin fundamento. En la vida siempre va a haber problemas y tropiezos, pero siempre habrá una salida para todo. Mi consejo es que siempre sean fieles a lo que son y a lo que sueñan”.
Paola, tiene 21 años, vivía en Bogotá, pero la oportunidad de convertirse en ingeniera le surgió en Pereira. Ya tiene acomodado el acento y los dichos de la región. En su universidad los profesores se han sorprendido por su talento. Tiene clara su meta.
Cuenta Paola que, cuando llegó a Pereira en el 2019, tenía apenas 18 años. “En ese tiempo, todo era nuevo para mí, la ciudad, los compañeros, la universidad, el vivir sola, nunca había salido de mi casa, siempre había estado con mi mamá. Fue un poco duro al principio, pero por los sueños y los objetivos que uno tiene hay que tomar esas decisiones”, dice, con la tranquilidad de haber tomado la decisión correcta.
Durante su infancia, había crecido al lado de su mamá y su hermano menor, quienes la apoyaban en todo momento. Paola recuerda que en ese entonces su mayor preocupación era recompensarle a su mamá todo lo que había hecho por ella. “Mi mamá es mi mejor amiga. Siempre ha sido un apoyo esencial, ya que no tuve muy arraigada la relación con mi papá. Mi mamá siempre estuvo llenando ese lugar en todos los sentidos. Ella es todo en mi vida”, resalta la joven estudiante.
Lo cierto es que esa tarea no le quedaba nada difícil. Desde que era una niña, le gustaba estudiar y le sacaba jugo a las clases de matemáticas e inglés o, bueno, en realidad todas, menos geografía, aclara mientras se ríe.
Cuando estaba en el último grado de bachillerato, empezó a ver una materia de economía y finanzas, que no tardó en convertirse en una de sus favoritas. Le llamaba mucho la atención cómo funcionaban los procesos, cuál era el recorrido de un producto desde su concepción hasta que sale a la venta, en qué consistía el tema de la producción, y precisamente buscando las respuestas a todas sus inquietudes, Paola encontró la carrera que quería estudiar.
Actualmente, cursa séptimo semestre de Ingeniería Industrial en la Universidad Tecnológica de Pereira y le ha ido bastante bien, pues ha logrado avanzar en línea con el plan de la cara y ya ha empezado a ver las materias de facultad, “que son las que más me gustan”, celebra.
Además, asegura, que el hecho tener a su familia bien, que estén con ella desde la distancia, poder seguir cumpliendo su sueño de estudiar lo que le gustar y sentirse bien con Dios son su felicidad hoy en día, lo que le permite estar tranquila. Para ello ha sido fundamental el apoyo que ha recibido por parte del programa de becas Juan María Robledo, del Banco de Bogotá.
“Significa mucho para mí, es una gran y muy buena oportunidad. Asimismo, habla muy bien del Banco que le apueste a la educación, puesto que motiva muchísimo que personas y organizaciones aparentemente externas al área educativa impulsen a los jóvenes a estudiar, a prepararse, a salir adelante”, destaca Paola.
Ahora, la mirada está centrada en el futuro, con ánimo de sacarle el mayor provecho a la su profesión, quiere continuar preparándose y hacer una maestría en logística, producción o finanzas. Y como cree firmemente en que lo que uno da es lo que recibe, está realizando un diplomado en Responsabilidad Social para las Organizaciones, para retribuir de cierta forma el apoyo que ha recibido para alcanzar sus objetivos. Hoy Paola puede decir con total orgullo que valió la pena atreverse y comprobar que todo acto de valentía, por más pequeño que parezca, es un gran paso si se persigue un sueño.