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Cristian Ropero

Desde Ventaquemada, un apasionado por la electrónica

Ventaquemada, Boyacá, puede ser uno de los sitios mas famosos del mundo como paraíso culinario de la arepa. Quizás la mayoría de las personas que viven en la sabana Cundiboyacense despiertan su apetito cuando pasan por ese punto entre Bogotá y Tunja. Las arepas toman un color amarillo intenso luego de soportar largas horas a un fuego lento de leña, ese es el secreto. Además, Ventaquemada y sus alrededores son reconocidos por ser cuna de ciclistas. Las empinadas lomas de la Provincia del Centro han visto trepar a los llamados escarabajos.

Esas montañas son vestidas por extensos cultivos de papa, arveja, maíz y algunas hortalizas. Pero lo que no saben en Ventaquemada es que ahora son reconocidos en Bogotá, especialmente en el área de desarrollo digital del Banco de Bogotá, por ser cuna de un talentoso futuro ingeniero electrónico. ¡Suena bien!

Cristian Ropero Bernal es su nombre y se ríe de su gentilicio. Es que es: ventaquemense. Cristian tiene 22 años, hoy cursa quinto semestre de Ingeniería electrónica en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC) en Tunja, justo a 30 minutos de su pueblo.

Él es uno de los cuatro alumnos de su promoción que iniciaron una carrera universitaria, pues tal como sucede en muchos municipios del país, el acceso a educación superior en estos centros poblados es muy limitado. Estudió en uno de los cuatro colegios del municipio y pese a que la agricultura es el renglón más importante de la economía, el colegio de Cristian tenía un enfoque tecnológico, fue ahí cuando se despertó su pasión por la electrónica.

Cristian cuenta que no le iba muy bien en casi ninguna de las materias del colegio, pero cuando llegó a décimo y once se propuso sobresalir y logró alcanzar los primeros puestos del salón; pensó que tal vez ese impulso que había tomado los últimos dos años, le sería de gran ayuda en la universidad y así fue. “En el colegio siempre estuvimos aprendiendo de electrónica y a veces desde esas cosas pequeñas en la vida es que nacen las grandes pasiones. Durante mi época escolar yo no era el más juicioso, fue apenas cuando llegué a décimo que empecé a esforzarme un poco más en mis clases y justamente en las que tenían que ver electrónica, eran las que más me gustaban, en las que más aprendía y fueron, precisamente esas clases, las que sentaron algunas de las bases más importantes para iniciar mi carrera profesional como ingeniero electrónico”, contó Cristian.

Al iniciar la carrera, cálculo y algebra lineal le empezaron a sacar lo que él llama ‘canas verdes’, pues fueron sus más grandes retos. Afirmó que, si bien agradecía todo lo que había aprendido en el colegio, al comparar su nivel académico con el de otros estudiantes, era evidente que, en Ventaquemada, como en otros municipios del país, aún falta mucho para que las clases entreguen todas las herramientas académicas necesarias.

Para Cristian, culminar con éxito su carrera universitaria es su mayor prioridad, quiere ayudar a su papá a salir adelante y hacer sentir orgullosa a su mamá que falleció hace algunos años. Afirma con orgullo que “escogí la mejor carrera que pude elegir para estudiar, aún cuando los trabajos son difíciles, yo trasnocho feliz, no me da sueño, no me canso y me divierto mucho haciendo todo lo relacionado con mi carrera. Los primeros semestres dudé un tiempo de haber seleccionado la carrera correcta, pero con el tiempo y en la medida en que fui viendo más materias a profundidad me di cuenta de que esto es 100% lo mío. Me apasiona, me gusta y me lo disfruto mucho; espero algún día poder ayudar a muchas personas desde mi profesionalismo”.

La oportunidad de ser beneficiario del programa Juan María Robledo le permitió ahorrar dinero, ahora tiene como meta principal comprar una bicicleta para transportarse a la universidad y hacer todo lo que necesite en la ciudad. Además, con parte del dinero que pueden ahorrar, su papá puede pagar el internet en la casa.

Personalmente me siento muy honrado de participar en un programa como este, no solo por las ayudas económicas que representa, sino también porque facilita que yo culmine mis estudios académicos y esta es una oportunidad que no todo el mundo tiene. Cuando veo hacia atrás me doy cuenta de lo privilegiado que soy por estar en la universidad, la gran mayoría de mis compañeros del colegio no pudieron seguir estudiando y, aunque ha sido duro y para mi papá es un reto financiero importante, he podido continuar en mi crecimiento profesional y ahora, de la mano del Banco de Bogotá”, dijo Cristian.

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